jueves, 29 de agosto de 2013

Biografía (34): la revisión de la Quinta Sinfonía y "Jedermann" (1916)

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"1916 abre con calamidades, grandes esperanzas y Dios sabe qué". Mientras en Europa la guerra se ha enquistado en las trincheras y parece no tener fin, Jean Sibelius saluda al nuevo año en su diario, más concentrado en sus propios problemas. La Quinta Sinfonía estaba de otra vez en su escritorio. Como era su tónica habitual, el compositor procedió a hacer pequeños ajustes antes de su publicación. Pero al enfrentarse al pentagrama, se sintió poco complacido con el resultado. Sintió entonces la necesidad de hacer una revisión más drástica de la partitura, a pesar de haber sido estrenada, y no sin éxito de público y crítica. De este hecho se desprende la intensa vinculación emocional del autor para con sus sinfonías, en especial con esta obra, cuya forma final no se alcanzaría... ¡hasta dos versiones más y cuatro años después! 

Aún dirigiría la versión original varias veces más. El 9 de enero lo haría en la Casa del Pueblo (cuartel general de los movimientos de izquierda), con el mismo programa que el concierto de su aniversario - excepto las Serenatas, sustituidas por El bardo -. Mientras, lo que parecía una ocasional infección de oído excitó su hipocondría, y le hizo imaginarse la posibilidad de quedarse sordo (una idea que ya le rondó en su juventud). Sus preocupaciones aumentaban además por el estado de salud de Carpelan, por desgracia no fruto de la fantasía, Su amigo sufrió una grave infección pulmonar, del que nunca llegaría a recuperarse, y a la que se añadirían más problemas físicos.

El temor a la enfermedad y el trabajo en la revisión le hizo abstenerse de un nuevo viaje programado a Suecia. No pudo estrenar en el país escandinavo la sinfonía como tenía previsto, aunque Armas Järnefelt mantuvo el concierto, dirigido por él mismo, con un programa íntegramente sibeliano, centrado en la Segunda Sinfonía, lo que aseguraba su éxito. Stenhammar reclamó su presencia en Gotemburgo, oferta que también rechazo. Además de la reescritura de la sinfonía (y a avanzar durante ese año en la concepción de la Sexta), nuestro autor dedicó buena parte de su pensamiento en aquellos días a meditar las ideas del filósofo Emanuel Swedenborg.

El 5 de febrero, día de Runeberg, el genio nórdico recibía la noticia de que la soprano Ida Ekman esta organizando una suscripción para ayudar al compositor a arreglar su maltrecha economía. A comienzos de marzo Kajanus dirigió un concierto dedicado en exclusiva a obras de Sibelius, incluyendo El cisne de Tuonela, En saga, "Las novias del jinete de los rápidos" y la Cuarta Sinfonía. La cuestación le dejó 13 mil marcos, unos 2700 euros actuales. 

Una nueva generación de nuevos compositores finlandeses daba a conocer con éxito sus obras en esa época, lo que para el compositor llevaba consigo una mezcla de admiración y de inseguridad en sí mismo. "Puedo ver cómo los jóvenes salen adelante y alzan alto sus cabezas - Madetoja más alto que otros - y uno debe admirarles, pero mi propio curso demanda más egoísmo y tenacidad que lo que yo puedo reunir de momento". 


Leevi Madetoja, fotografía de la década de 1910.

Ciertamente uno de los más destacados sin duda era Leevi Madetoja, que había sido (breve y un tanto informalmente) alumno de Sibelius, y un fiel confidente durante muchos años. El 10 de febrero la Orquesta Filarmónica estrenaba en Helsinki su Primera Sinfonía, una obra en tres movimientos de unos 25 minutos, en la que la crítica detectó cierta influencia de nuestro autor. Sibelius asistió al estreno muy complacido en verdad por el trabajo de su discípulo. Esa primavera además tomaría un nuevo alumno, Bengt von Törne, al que conocería durante el ensayo de una de las ejecuciones de Kajanus de la Cuarta - interpretada el 2 de marzo con bastante éxito de público, aunque no de crítica-. La enseñanza consistió de nuevo en una serie de consejos y discusiones sobre problemas particulares de la composición más que una clase formal. Törne recogería muchas de sus impresiones en el libro "Sibelius: una mirada cercana", una de cuyas citas es a su vez una de las frases más recordadas del maestro: "nunca prestes atención a lo que los críticos dicen... Recuerda, ¡nunca se ha levantado una estatua en honor a un crítico!". 

El 30 de marzo y el 2 de abril nuestro autor dirigiría sendos conciertos en la capital finlandesa, en los que se escucharía por última vez en vida del autor la primera versión de la Quinta Sinfonía. En el concierto de marzo además se estrenaron las Dos piezas serias opus 77, interpretadas en su versión para violoncello y orquesta. Aunque el solista para el cual fue concebida la obra era propiamente el violín, ambas piezas mantienen todo su potencial expresivo con las cuerdas graves. 

A la vez que atendía a estos compromisos musicales y trabajaba en la revisión de su sinfonía, le fue necesario componer más música que trajera rápidos beneficios económicos. Aun con las donaciones de sus amigos y admiradores, sus cuentas seguían registrando números rojos. En los primeros meses del año vinieron a la luz Iris opus 85 nº3 y Clavel opus 85 nº2, dentro de un álbum de piezas para piano con títulos dedicados al mundo floral (aunque el título en general no tiene implicaciones musicales). Para el teclado escribiría otras piezas, poco destacables también, como la Pieza infantil opus 76 nº8, Arlequinada opus 76 nº13, Humoresque opus 76 nº4 y el melancólico Elegiaco opus 76 nº10. Para violín y piano nacieron otras partituras poco ambiciosas, como la Danza característica opus 79 nº3 y la Serenata opus 79 nº4

Con la migración de primavera, el músico anota en su diario de nuevo extáticas contemplaciones de vuelos de cisnes y un renovado espíritu, más optimista de lo habitual. La vida familiar también le aportaba novedades, como la visita a Ainola de Jussi Snellman para atender a Ruth, que había sufrido una caída del caballo, por fortuna sin grandes consecuencias. En esta ocasión el actor le produjo una buena impresión a su futuro suegro, después del poco prometedor encuentro inicial

El mes de junio llegó con un clima mucho más frío de lo habitual, lo que hizo recaer al compositor en el pesimismo, con anotaciones de "¡pobre Finlandia!", trazando paralelos entre su estado de ánimo y la situación del país. Mientras la familia se preparaba para la boda de Ruth, a mediados de mes nuestro compositor recibió un importante encargo por parte del Teatro Nacional, música de escena para la traducción finesa de Huugo Jalkanen del drama "Jokamies" ("Cada hombre"), una representación alegórica al estilo de los autos sacramentales medievales del escritor alemán Hugo von Hofmannsthal (conocido por todos los melómanos como libretista de Richard Strauss), escrita entre 1903 y 1911 bajo el título original de "Jedermann".

Hugo von Hofmannsthal (1874-1929). Fotografía de Nicola Perscheid (1910)
 
Antes de ocuparse de la boda, que se celebraría el día 21 de julio, su hermana Linda visitó Ainola durante un permiso de dos días fuera del hospital de salud mental. Al contacto con su hermana, Jean Sibelius solía deprimirse, no sólo por lo penoso de su situación, sino también por el miedo a que él pudiera sucumbir de la misma manera. 

Para las celebraciones de la unión de Ruth Sibelius con Jussi Snellman, Jean realizó una importante contribución económica. Y para contar con dichos fondos, llegaron nuevas miniaturas para el piano, con un nivel de calidad algo superior a las piezas de meses antes: la Polonesa opus 40 nº10, popular aun hoy en día en Finlandia, el Souvenir opus 34 nº10, la Danza pastoral opus 34 nº7, Reconnaisance opus 34 nº9, y la pieza más destacada de este grupo, Joueur de harpe (Arpista) opus 34 nº8, con un toque arcaico, triste y seductor próximo al espíritu de El bardo opus 64.

A pesar de que las piezas pudieron darle beneficios, la vuelta de sus hábitos de bebida hicieron que buena parte de las ganancias se esfumaran. Las mismas dificultades que había dejado años atrás se le volvían a presentar a un Sibelius que ya sobrepasaba la cincuentena de años.

Era por tanto primordial seguir trabajando. Para Ida Ekman escribió en agosto un grupo de canciones, que llevarían el número de opus 86, cinco en total (una sexta canción sería añadida al año siguiente). Las piezas son modestas, en gran parte intencionalmente sencillas: la voz de Ekman ya no era la de su juventud. La más brillante de este grupo es sin duda la segunda, "Längtan heter min arvedel" ("El anhelo es mi herencia"), solemne y melancólica.
 
 Ida Ekman (1875-1942). Fotografía de 1904, dedicada a Edvard Grieg, actualmente en la Biblioteca Pública de Bergen

En septiembre, la escritura de "Jedermann" opus 86 centra toda la actividad, lo que le exigió varias visitas a Helsinki, con las consiguientes recaídas en los hábitos de tabaco y alcohol. A pesar de esto, el 6 de octubre conseguía terminar la extensa partitura de la obra. La representación requiere un conjunto vocal e instrumental amplio, y una música que abarca unos 40 minutos. Pero el genio finlandés logra una partitura de muy alto nivel. El carácter sacro y medieval de la pieza, con alegorías de la Muerte, las Buenas Obras, la Fe, el Diablo y el Mammón, sin duda le permitieron alcanzar altas dosis de inspiración. Los números de la obra tienen intensidades muy distintas según su función: desde canciones más ligeras con tono popular hasta un Largo (el nº11) para cuerdas en sordina y timbales de sonoridades trascendentales, profundamente cromático, que recuerda al lenguaje del "periodo oscuro", a la indefinición tonal y mística de "Ödlan" opus 8 o incluso a el sublime lenguaje de Il tempo largo de la Cuarta Sinfonía.

La obra se estrenó el 5 de noviembre, y fue acogida con aplausos. La música fue considerada como parte indisoluble de la obra (y de su buena acogida), dirigida por Robert Kajanus. El director en esos momentos se convertido en el protagonista de la vida musical de Helsinki, al dejar Schnéevoigt la capital finlandesa por la Real Orquesta de Estocolmo.

Tras acabar la partitura, nuestro autor volvió a centrarse con ansiedad en la revisión de la Quinta Sinfonía, que tras un trabajo frenético pudo presentar a tiempo el 8 de diciembre, fecha de su 51 cumpleaños, justo un año después del estreno de la primer versión. 

La partitura de esta segunda versión por desgracia se ha perdido, aunque sobrevive la parte de contrabajo, lo que nos ha permitido tener una idea de la naturaleza de la revisión. Sibelius ya había decidido unir los dos primeros movimientos en uno solo (aunque siguió refiriéndose a ellos como tiempos separados), y el segundo movimiento y el finale contenían algunos elementos que le aproximaban a la partitura final, pero en general la obra parece estar más cercana a la versión definitiva, que no concluiría hasta 1916.

El estreno, dirigido por el compositor, se produjo en Åbo (Turku, en finés, que es el nombre más frecuente en la actualidad), con la Orquesta de la Sociedad Musical - reforzada con músicos de Helsinki - y acompañada en el programa de En saga opus 9 y Rakastava opus 14. El público acogió positivamente la sinfonía. Entre los asistentes estaba Axel Carpelan, que pudo pasar varios días con su amigo, y que estaba entusiasmado con la obra. 

El programa fue repetido dos jornadas después, y tras una semana fue presentada en Helsinki, donde produjo poco entusiasmo. Incluso el crítico Bis apuntó en su columna elementos negativos, como la forma de la obra, la instrumentación y el final disonante. Estas críticas (que en parte Sibelius atribuía a maniobras conspirativas) y la propia insatisfacción del autor con su obra le llevarían muy pronto a ponerse manos a la obra hacia una nueva revisión, esta vez sí para llevarla a su forma final.

Un año después de lo previsto, justo antes de Navidad, se publicaba la biografía de Furuhjelm dedicada al genio nórdico. El escritor había podido finalmente consultar la partitura de "Kullervo", amén de otras partituras de juventud, como su Cuarteto en Mib Mayor de 1885, la Suite en re menor para violín y piano, etc. Gran parte de lo que sentenciaba Furuhjelm sobre estas obras y en general sobre sus años de infancia se convirtió en la "versión oficial" de esa época durante décadas, incluyendo muchos datos inexactos. La mayor parte del libro lo ocupaban los años 1892-1900, reservando a los últimos 15 mucho menos espacio. Leevi Madetoja prepararía muy pronto la traducción finesa de la obra. 

Mientras el Finlandia se preparaba para sus años más turbios, Sibelius comenzaba una nueva batalla interior por la perfección de su última sinfonía, mientras en su mente y en sus cuadernos de notas se anticipaban otras luchas no menos apasionantes.
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