martes, 13 de octubre de 2009

Primera sinfonía en mi menor opus 39 (1): composición, estreno, revisión y repercusión

La ambición de escribir sinfonías rondó la mente y el corazón de Jean Sibelius desde el final de su época de estudiante. Se sintió pronto muy a gusto en la tradición clásico-romántica de la sinfonía, de las obras de Haydn, Mozart, Beethoven y Mendelssohn. Pero a la vez se sintió igualmente cerca de la revolucionaria sinfonía romántica bajo Berlioz, los nacionalistas rusos, Chaikovsky y Bruckner. 

Fue precisamente tras escuchar la Tercera Sinfonía del compositor austriaco en la propia Viena cuando los deseos de componer su propia sinfonía se afianzan hasta el punto de lanzarse efectivamente a la composición. Este primer plan fue programático: una sinfonía, que además contaría con elementos finlandeses. Pero jamás se llegó a realizar, quedando como resultado la Obertura JS.145 y la Escena de ballet JS.163

El siguiente capítulo de la intensa búsqueda sinfónica ocurrió también en Viena, en la primavera de 1891, cuando Sibelius da vueltas a la idea de componer una gran sinfonía nacionalista sobre temas folclóricos finlandeses. El resultado será efectivamente una gran sinfonía, pero en la que convergen la sinfonía coral, el oratorio y el poema sinfónico: "Kullervo" opus 7. 

 Aunque jamás volverá a componer una obra formalmente semejante a "Kullervo", ésta marca el inicio de unos años en los que los proyectos operísticos y, tras la llamada "crisis wagneriana", el poema sinfónico, centran las máximas aspiraciones del maestro finlandés. Pero incluso sus obras programáticas, como Lemminkäinen opus 22 manifiestan cierta querencia hacia la sinfonía pura: en sus años de retiro en Ainola, el compositor llegó a sumar ese ciclo de poemas sinfónicos y "Kullervo" como auténticas sinfonías. Aparte del hecho de que con esta inclusión nuestro músico se uniría al ilustre club de compositores de nueve sinfonías, la afirmación muestra con claridad que sus aspiraciones estaban en la gran obra orquestal, la sinfonía, incluso en esas obras de contenidos extramusicales. 

 Siempre estuvo latente en Sibelius esa dualidad entre la música programática y la pura. Pero lo cierto es que nunca fueron contradictorias, en especial la segunda frente a la primera. En la mayoría de los poemas sinfónicos prima la construcción intramusical antes que el programa, máxime cuando el argumento literario no existe o es mínimo. Esa abstracción que se observa en los poemas sinfónicos incluso llega a su máxima expresión en las sinfonías. 

Después de "Kullervo" no escribió nunca una sinfonía programática, aunque como era bastante habitual en la época, los críticos y el público buscaba referencias en ellas. No obstante, el ciclo de las siete sinfonías es resultado de una personalidad y un momento creativo. Sibelius no se "expresa" en su música, aunque está, como es evidente, muy implicado en ella. No cabe duda que fruto de esta búsqueda de lo puramente musical es la absoluta genialidad tanto de sus sinfonías como de sus poemas sinfónicos. 

El origen remoto de la Primera Sinfonía se sitúa precisamente en esa dialéctica entre la música pura y la programática. En un viaje a Berlín en febrero de 1898 nuestro autor había podido escuchar la Symphonie Fantastique de Berlioz. "O santa inspirazione! O santa dea [diosa]!" escribe en su cuaderno de bosquejos. Fascinado con la idea de una sinfonía literaria, en abril de ese mismo año comienza a esbozar un esquema, anotado como "diálogo musical": 
 
   "(I). El viento sopla frío, tiempo frío desde el lago, motto para el primer tempo de la sinfonía 
   (II). Heine. (El abeto del norte, sueños de una palma del sur) 
   (III). Un cuento de invierno 
   (IV). El cielo de Jorma" 

El plan tonal era Fa Mayor, Re bemol Mayor, do menor y Fa Mayor. El primer tiempo hace referencia a una melodía finesa, el segundo a un conocido poema de Heine, el tercero a la comedia de Shakespeare y el último a una novela de Juhani Aho. ¿Qué sucedió con este plan? Sencillamente no parece que pasara de esta fase de idea. ¿Tiene relación con la Primera Sinfonía? Sí y no. No lo tiene en cuanto al programa o al plan tonal, ya que es completamente ajeno a ambos. Pero para los estudiosos de Sibelius no cabe duda que este es el origen de la decisión, ya definitiva, de componer su Primera Sinfonía. La segunda si no excluimos a "Kullervo", aunque efectivamente la primera puramente instrumental, y es así como el propio autor numeró. 

Aparte de la evolución interna del compositor, el clima político en el que vivía Finlandia en esos momentos era muy proclive a la creación de una obra semejante: una sinfonía que se pusiera al nivel de las centroeuropeas o de las rusas diría mucho de la fuerza del carácter finlandés. Ya en 1897 el estreno de la Sinfonía en fa menor del malogrado Ernst Mielck (1877-1899) supuso un verdadero acontecimiento nacional. Aunque la obra fuera poco más que una obra escolar prometedora (por desgracia una tuberculosis truncó la vida del joven músico) y demasiado enraizado en la escuela germánica (estudió en Berlín y nunca manifestó mucho interés por el folclore de su país en su corta existencia), la obra fue recibida con entusiasmo. No era la primera sinfonía finesa (en 1847 Axel Gabriel Ingelius, 1822-1868, estrenó la partitura que detentó ese honor), aunque en aquel momento fue considerada casi como tal. Sin embargo pronto se olvidó. No cumplía plenamente lo que se esperaría de ella. Dos años después la obra de Sibelius lo haría, llegando a considerarse, al menos espiritualmente, la primera sinfonía escrita en Finlandia para demostrar al mundo que era posible. (Existen un par de grabaciones de la Sinfonía de Mielck sin embargo si alguno de ustedes tiene curiosidad). 

 Volviendo a la composición de la sinfonía de Sibelius: en abril de ese año nuestro compositor se sumerge en su creación a finales de ese mes: "he trabajado duro durante tres días. Ha sido maravilloso. Estoy trabajando en algo nuevo, alla sinfonia". Entre los esbozos de esa primavera, un motivo del finale de la futura Primera Sinfonía junto al que hay escrito "Berlioz?". 

Se desconoce el momento exacto en el que nuestro autor abandona los planes de una sinfonía programática para convertirse en lo que conocemos. Muy probablemente, como sucedió como muchas otras obras (incluyendo gran parte de las sinfonías y poemas sinfónicos) esto sucedió de manera natural, mientras la propia obra cobraba vida por sí misma. Su método compositivo se ha descrito muchas veces como "orgánico", algo que nace de una pequeña semilla y que va tomando vida por sus impulsos internos. Durante la redacción de la obra (escrita a lo largo de un año) surgieron otras muchas partituras, como la romántica y apasionada música escénica para "Rey Christian" y la fúnebre canción de cuna para coro masculino "Sydämeni laulu" ("Canción de mi corazón") opus 18 nº6. Sibelius se quejaba en esos momentos de las numerosas distracciones de Helsinki, máxime cuando el autor estaba sumamente implicado en la vida social. Muchas veladas pasó entonces en compañía de otros compañeros como Kajanus, Oskar Merikanto, el pintor Akseli Gallén-Kallela... En las tabernas König y Gambrini y en el restaurante del Hotel Kämp horas y horas de conversación bohemia y pensamientos disolutos acompañaron aquellos días en los que los compases de la sinfonía se volcaban al papel.

"Symposion" (1894)  de Akseli Gallén-Kallela recoge el círculo intelectual y ocioso de Sibelius en una de aquellas veladas. De izquierda a derecha el pintor autorretratado, el compositor y crítico Oskar Merikanto, el director de orquesta y compositor Robert Kajanus y Jean Sibelius

Pero aquellos días sucedió un hecho fundamental en la historia de Finlandia llamado a influir en la sinfonía, la publicación del llamado "Manifiesto de febrero", que provocó la airada reacción del mundo político, social e intelectual. Muchas obras de estos meses tan turbios tienen un claro significado reivindicativo, como ya vimos al hablar de la Música para las celebraciones de la prensa. 

 El 26 de abril de 1899, en un ambiente de gran opresión y censura, se celebra un concierto en la Universidad de Helsinki con obras de Sibelius dirigidas por el autor. Allí se podrá escuchar el poema sinfónico La ninfa del bosque opus 15 y dos estrenos absolutos, la Primera Sinfonía y el "Canto de los atenienses" opus 31 nº3. La obra inicial es aplaudida, pero de forma más intensa cada movimiento de la sinfonía. Ha sido un éxito rotundo. El verdadero culmen de la noche es sin embargo la obra coral final, que llamaba a la resistencia del pueblo y al patriotismo de una manera nada disimulada. 

Lo cierto es que también la Sinfonía fue entendida en ese contexto como un resultado de la opresión rusa y las ansias de libertad del pueblo finés. La tragedia se podía detectar en esas notas, y sin duda era la tragedia de un país entero. Erik Furuhjelm, el primer biógrafo del autor, vio en ella una tragedia heroica y mitológica, con personajes concretos incluso. El musicólogo Ilmari Krohn incluso imagina ecos de la historia de Kullervo del Kalevala. 

Como ya hemos dicho, no hay nada de programático en esa obra, y aunque la situación de Finlandia estaba sin duda en el ánimo del autor, no hay trazas de intencionalidad para plasmar nada en concreto. El crítico Richard Faltin, en su artículo sobre el concierto, observó más sensatamente en la sinfonía los elementos más puramente musicales: "el compositor habla el lenguaje de toda la humanidad, aunque su lengua no es ninguna salvo la suya propia". Oskar Merikanto contempló su valor histórico: "la obra más grandiosa que la música finlandesa nos ha traído hasta ahora". 

Sí, ciertamente, hay mucho de Sibelius y Finlandia en esa obra, posteriormente los estudiosos han señalado en esta obra unas fuertes influencias, curiosamente, rusas. Se ha hablado de las sinfonías de Chaikovsky, cuya "Patética" conocía bien, y de la huella de la Primera Sinfonía de Borodin en el tema principal del primer tiempo. Respecto al primer caso es bastante clara las similitudes ("hay mucho en ese hombre que reconozco en mí mismo"), que ya detallaremos en el análisis. 

Respecto al caso de Borodin, aunque la obra del genial químico y músico sí había sido estrenada en Helsinki, Sibelius negó conocerla. No podemos estar seguros de si decía la verdad o no, aunque desde luego que nuestro autor no era ajeno a la música de los Cinco. De cualquier forma sí que se hace bastante evidente el rastro ruso en la composición, a pesar del clima patriótico y anti-ruso que se vivía. Desde luego que el patriotismo del genio finlandés nunca cayó en el chauvinismo, y no entró nunca en contradicción con la música que le gustaba y que admiraba. 

No es sin embargo la única influencia estética y formal que podemos detectar. A lomos de gigantes de siente Sibelius en la sinfonía, en especial de los de Beethoven y Bruckner. Pero ya profundizaremos en eso en nuestros próximos posts. 

La obra inició su carrera internacional muy pronto, ya que fue llamada a formar parte del repertorio de la gira que la orquesta de Kajanus efectuaría con destino final a la Exposición Universal de París en 1900. Aunque en principio como plato fuerte se incluyó la citada Sinfonía de Mielck (quizá como homenaje a su reciente fallecimiento) pronto se impuso la calidad de la pieza de nuestro autor, y Kajanus y Sibelius, que acompañaba a su amigo en el viaje, decidieron incluir la Primera Sinfonía. 

Para ello nuestro autor emprendió la tarea de una pequeña revisión. Por desgracia la versión original está perdida, pero se conservan algunos materiales (una partitura en borrador de una fase intermedia en el Museo Sibelius de Turku y un fragmento del Finale en la Biblioteca Nacional). Lo que nos ha llegado no permite una ejecución del original, pero sí al menos darnos una idea de cuál fueron los cambios:

- La introducción lenta del clarinete bajo fue añadida en este momento o al menos retocada, haciendo los cambios consecuentes en la aparición del tema en el Finale, que sí que estaba presente. 
- El primer tiempo tenía partes para tambor redoblante y castañuelas (!). 
- En el tiempo lento hay una reaparición del tema inicial que se suprimió. 
- Igualmente en el scherzo se suprimió una parte, acortando lo que habría sido una estructura AABA. 
- El tema de la introducción además de ser ligeramente distinto, también se retocó en cuanto a orquestación. La coda fue acortada. 

Esta es la estructura de la versión publicada y definitiva: 
   I. Andante, ma non troppo - Allegro energico 
   II. Andante (ma non troppo lento) 
   III. Scherzo. Allegro 
   IV. Finale (Quasi una Fantasia). Andante - Allegro molto 

Con esta forma la Primera Sinfonía pudo escucharse por media Europa, donde también llamó la atención poderosamente, y tras su publicación inició una carrera exitosa. Hoy en día se mantiene como una de las sinfonías más populares, interpretadas y grabadas del autor. Quizá el hecho de contar con esas influencias, próximas a autores conocidos, ha podido acercarla al público del repertorio estándar, frente a lo que sucede con las sinfonías más singulares (y sin duda mejores) que vinieron a partir de la Tercera. No menos cierta es la siguiente observación: el que esta Sinfonía haya sido tan conocida, junto con la Segunda y las partituras más populares de Sibelius (Finlandia, el Valse triste), no ha ayudado a valorar al compositor en su justa medida, más bien a sumirlo en el grupo de los "coloristas" nacionalistas. A ella se han acercado directores nada comprometidos con la causa sibeliana, ya que este trabajo está en el repertorio de todas las orquestas sinfónicas del mundo. Esto ha derivado en una estandarización misma de la manera de tocar y de valorar la obra. 

Tampoco podemos decir que no sea una obra maestra. No podemos poner peros a esta sinfonía maravillosa. Sólo que ésta y la Segunda son en el fondo las más pequeñas de unas sinfonías todas magistrales, y las que contienen más que ninguna el camino habitual de la tradición, frente a las obras originales y singulares que se encontrarían más adelante. Y sólo podemos quejarnos de que la fama de éstas haya ensombrecido a las otras, como sucede con Finlandia opus 26 con otros poemas sinfónicos inmortales. 

 El camino que inició Sibelius con esta Primera Sinfonía en mi menor opus 39 es sin duda uno de los más destacados de la música de su tiempo. 
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Tras esta introducción sobre la obra nos esperan en próximas semanas una completa serie de posts: análisis de cada uno de los cuatro movimientos de la obra, y una discografía recomendada de la sinfonía. 
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