jueves, 21 de mayo de 2015

Biografía (49): fuego destructor sobre el hielo (1939-1945)

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El 1 de septiembre de 1939 Hitler invade Polonia, dando comienzo a la más guerra más terrible que ha conocido el continente europeo. Finlandia intuía que aquel movimiento era el primer avance en una partida de ajedrez en la que se vería irremediablemente atrapada. La URSS había intentado acercarse a Finlandia para poder crear una línea de defensa contra  el régimen nazi, pero ese acercamiento se fue derivando con rapidez en amenazantes demandas territoriales de "seguridad". Moscú logra pactar con las repúblicas bálticas, movilizando allí sus tropas, pero su vecino nórdico se niega, temeroso del imperialismo ruso - ese viejo conocido -,  y de terminar absorbido por el gigante (como pasó efectivamente con Lituania, Letonia y Estonia).

En Helsinki se buscaron alianzas más naturales con Suecia, Francia o Reino Unido, que compartían su pertenencia a la Sociedad de Naciones. Pero también con Alemania, que era la que demostraba estar más dispuesta a ayuda a la nación nórdica, al igual que lo había hecho en su Guerra Civil.

Sin embargo el pacto Ribbentrop-Molotov deja descolocados - y solos - a los finlandeses. Finalmente el 30 de noviembre la Unión Soviética ataca el país de los mil lagos, en un desarrollo bélico conocido como la "Guerra de Invierno", paralelo pero no totalmente implicado en la II Guerra Mundial. Stalin pensó en una invasión rápida, como la que había logrado en el este de Polonia. Y también, informado - falsamente - de que la lucha de clases estaba a punto de estallar en Finlandia, extender allí definitivamente la revolución. El gigantesco y organizado ejército ruso se enfrentaba contra el pequeño y poco capaz ejército de Finlandia.

Jean Sibelius es la figura cultural más conocida de la nación, y ser un símbolo le comportaba también una responsabilidad. A pesar de recibir numerosas ofertas para convertirse en refugiado en zonas neutrales, el músico declina: "soy demasiado viejo. Y quiero permanecer en mi propio país".

A pesar del conflicto, sigue trabajando en revisiones de sus obras y quizás en su sinfonía... El 28 de septiembre la versión definitiva de Lemminkäinen opus 22, que había completado meses antes, es estrenada en Nueva York, pero es estallido de la guerra hace retrasar su publicación... hasta 1954, aunque se tocará en varias ocasiones antes (incluyendo la primera grabación, en 1953).

El ahora mariscal Mannerheim, el gran vencedor de la Guerra Civil, que había avisado con antelación del peligro, es la máxima autoridad militar, y como tal es elegido para ponerse al frente del ejército y los numerosos comandos en la amplia frontera (1000 kilómetros) al norte del Ladoga. Ante la sorpresa general, los finlandeses consiguen frenar la invasión de la URSS, con una guerra de resistencia activa. Resistencia antes que estrategias es confiada más al gran sacrificio y el tesón de sus soldados. La infantería finlandesa acudió a la astucia para parar la maquinaria soviética, con incursiones rápidas y tácticas de embocada casi de guerrilla. Se hizo mítica la figura de los esquiadores vestidos de blanco, que muchas veces en solitario aprovechaban el singular terreno finlandés, con sus lagos y enormes bosques, y protagonistas de recordadas hazañas como las del francotirador Simo Häyhä, verdadero terror de los soldados rusos.

Los finlandeses confían en resistir hasta que llegara la ayuda de Suecia o de los aliados, pero sólo Francia responde positivamente, aunque finalmente se echa atrás al ser la única nación en hacerlo. Y esa ayuda nunca llegó, salvo unos cuantos voluntarios, la mayoría suecos, aunque combatieron sobre la nieve también noruegos, daneses e incluso norteamericanos. Moscú reacciona al embate y manda una nueva ofensiva. Mannerheim avisa de que, aunque la resistencia sigue siendo efectiva, las tropas están al límite, y hay que evitar el desastre antes de que llegue la primavera. El invierno, uno de los más fríos y largos del siglo, había sido su aliado contra los rusos, pero tarde o temprano acabaría. 

La Guerra de Invierno finaliza el 13 de marzo de 1940. Y aunque la URSS no había logrado sus objetivos principales, que era la conquista del país, los finlandeses se vieron obligados a ceder algunos territorios en el Tratado de paz de Moscú, incluyendo el istmo de la mítica Karelia, justamente las zonas reclamadas antes del comienzo del conflicto. Casi medio millón de karelios tuvo que abandonar su hogar. Unos 25.000 finlandeses perdieron la vida o se dieron por desaparecidos, mientras que en el bando soviético fueron 125.000 (cifra jamás admitida por Stalin, que sólo repatrió 350 cuerpos). Los en teoría vencidos, los finlandeses, habían resultados vencedores morales en su lucha de David contra Goliat, dando muestras de una valía insólita, y su prestigio se hizo mundial (los observadores norteamericanos tomaron buena nota de sus tácticas, aunque muchas veces fueran improvisadas). Mientras, los ganadores en la práctica, los soviéticos, habían dado la imagen de un ejército de tercera, que sólo acumulaba errores. Errores que sirvieron a Stalin para comenzar una gran reforma de su organización militar, justo a tiempo para enfrentarse al demoledor avance nazi.

El compositor rinde su particular homenaje a los héroes de esta guerra escogiendo uno de los poemas de la colección "Huellas de esquís en la nieve", obra colectiva dedicado a los inválidos, como texto de un nuevo arreglo, efectuado ese verano, de la sección hímnica de su Finlandia opus 26. El nuevo "Himno de Finlandia" para coro masculino, con versos de V. A. Koskenniemi, más refinado y lírico que el anterior arreglo, se convertiría en el más difundido, a la sazón un segundo himno nacional, justo en aquellos momentos en que el fervor patriótico se hacía más necesario. El coro había sido un encargo del Laulu-Mihet, que lo estrenaría bajo la dirección de Martti Turnen el 7 de diciembre. 

Jean Sibelius en 1940

Por aquel entonces el genio nórdico se había alejado de Ainola, pasando hasta nueve meses seguidos en su piso de Helsinki. Era el tiempo de la "välirauha" ("paz transitoria"), en la que país seguía en tensa vigilancia, esperando a que la guerra volviera a estallar. Pero en el intervalo nuestro músico sigue activo, haciendo revisiones de trabajos anteriores, como a finales de ese año la primera de las Humoresques para violín y orquesta, la opus 87 nº1, partitura original de 1917 a la que vuelve por una curiosa circunstancia: no se podía encontrar la parte orquestal (sí la del solista, como el acompañamiento en reducción), por lo que el compositor decidió escribir una nueva instrumentación. En la actualidad sí poseemos ambas versiones (aunque casi todas las interpretaciones cuentan con la orquestación de 1940), y al compararse se hacen evidentes las diferencias.

El 12 de junio de 1941 Jean y Aino Sibelius vuelven a Järvenpää, con algunos de sus nietos, a los que intentan alejar del peligro que se avecina. Y con buena previsión, el 25 de septiembre la URSS lanza un ataque aéreo masivo sobre varias ciudades finlandesas, dando comienzo a la que se conoce como "Guerra de continuación". El conflicto se prolongó durante más de tres años, y en ese tiempo, ya con la Segunda Guerra Mundial muy avanzada, los movimientos internacionales se sumergieron más a fondo en esta guerra en principio local: los nazis prestaron ayuda (y de hecho llegaron a mandar tropas), y Reino Unido declaró oficialmente la guerra a Finlandia. Pero otros aliados, como EE.UU., se mostraron ambiguos, dando como resultado una escalada bélica "paralela" más que una parte de la Guerra Mundial (los propios finlandeses se declararon "co-beligerantes", no aliados del Reich). 

El mismo Sibelius se convierte en la voz de Finlandia, ahora no sólo musical. Según una nota de Associated Press del 12 de julio, pedía al pueblo americano que entendiese la "difícil posición de Finlandia", y se diesen cuenta de que "estamos luchando no sólo por nuestra libertad, sino por toda la civilización Occidental", contra "las hordas bárbaras del este que de nuevo nos atacan en su intento de bolcheviquizar Europa"-

Y es que el conflicto tenía graves repercusiones ideológicas e identitarias: muchos voluntarios anti-comunistas de países nórdicos y bálticos se unieron a la lucha finlandesa, y la extrema derecha local, con un apoyo nada disimulado al pensamiento fanático del III Reich, gozó de un momentáneo gran poder. De hecho llegó a entrar en el gobierno de coalición que rigió el país la mayor parte de la guerra, presidido por el liberal Risto Ryti. Sin embargo, dicho gobierno nunca quiso trazar una alianza profunda con Hitler, aunque eso le habría ayudado en la guerra. Los nazis iban mucho más allá de lo militar: pidieron tratar "el problema judío", pero Finlandia se negó rotundamente (aunque su población judía era muy pequeña, incrementada justamente con algunos exiliados del régimen nazi). De hecho algunos judíos finlandeses llegaron a combatir bajo la bandera finlandesa junto a los apoyos nazis.

En el aislamiento de Ainola nuestro músico pudo esquivar las consecuencias directas de la batalla, pero no las indirectas: los ingresos de sus obras en el extranjero se cortaron, y el abastecimiento de alimentos atravesó serias dificultades (el jardín de la casa tuvo que convertirse en improvisado huerto, y recibieron comida de algunos amigos).

Pero en gran medida aquello era un privilegio, porque todo el país se volcó en el ataque contra los soviéticos: se calcula que un 16% de la población estuvo implicada directamente en el ejército o en defensa civil. El esfuerzo en primer término fue de nuevo exitoso, y los militares finlandeses pueden reocupar los territorios perdidos en 1940. Y fueron más allá, imponiendo una "finlandización" intensa en esos territorios de Karelia e Ingria, con campos de concentración que llegaron a bordear el concepto de "limpieza étnica".

Alemania intensificó sus intentos para lograr el compromiso total de Finlandia. Y eso incluyó  movimientos propagandísticos, uno de los cuales afectó directamente a nuestro músico. En primavera de 1942, a iniciativa del mismísimo Joseph Goebbels, se crea una Sociedad Sibelius en Alemania. Entonces un equipo audiovisual visita al compositor en su casa, persuadiéndole de grabar un mensaje de gratitud, que se retransmitiría por la radio. La voz de Sibelius sonó entonces en todo el Reich, aunque para la emisión fueron cuidadosamente escogidos los pasajes que más interesaron a las autoridades, privilegiando frases en las que hablaba de la gran "simpatía por mi patria" de los alemanes, y sobre la "unión de destinos" de Finlandia y Alemania, "la radiante tierra de la música".

La creación de la Sociedad, aparte de promover varios conciertos, no incrementó especialmente la fama de Sibelius en Alemania (o Austria) más allá del auge que ya había experimentado en el panorama internacional en los años 30. Y a la larga este apoyo oficial fue negativo, en especial cuando tras la guerra se recuperaron las desmedidas y poco fundamentadas críticas que Theodor Adorno había lanzado contra el maestro en 1938, críticas en las que pesó de manera injusta una vinculación del nazismo (el filósofo fue un acérrimo anti-nazi, y quiso purgar todo lo que, para él, tuviera  lazos con la cultura promovida por el III Reich).

Aunque en público tuvo que ceder ante tales gestos, como parte de su patriotismo, en privado el genio nórdico mostró su nula simpatía por el régimen nazi y la repugnancia por su ideología. En el año siguiente retoma su diario tras años de ausencia, y anota lo siguiente: "a mi edad no puedo excusar esta primitiva manera de pensar — el antisemitismo y demás. Mi educación no es adecuada para estos tiempos". 

Jean Sibelius lee tranquilamente en el interior de Ainola. Fotografía tomada entre 1940 y 1945

A finales de 1942 el compositor abandonó definitivamente su piso en Helsinki, que apenas había sido utilizado para alguna visita breve, como la realizada por su cuñado Armas Järnefelt, que acudió a dirigir en plena guerra a la Orquesta Filarmónica. Alrededor de esa época elaboró tres nuevos arreglos, una versión para coro femenino y solista de su cuarta Canción de Navidad del opus 1 (en finés: "En etsi valtaa, loistoa"), otra para coro femenino a dos voces de la misma composición, así como otro arreglo con esta última plantilla de la quinta, "On hanget korkeat, nietokset". En octubre de 1943 volverá a las adaptaciones con su balada "Las novias del barquero" opus 33 (de 1897), ahora para coro masculino y orquesta, versión que se estrenará año y medio después. No se puede dejar escapar el hecho de que toda la música vocal de esta época estuviese en idioma finés, en medio del auge identitario que pretendió situar la antigua lengua fino-ugria como la única del país.

Sin embargo no eran arreglos todo lo que estaba escribiendo entonces. En febrero de 1943 confía a su secretario, Santeri Levas: "he progresado en una obra fundamental y me gustaría verla terminada antes de morir". En su diario también refleja seguir dando vueltas a la Octava sinfonía: "sólo unos pocos entenderán lo que he hecho y quiero hacer en el mundo de la sinfonía. La mayoría no tiene ni idea de qué va" (13 de septiembre). Si entonces le estaba dando los últimos toques o la había recomenzado tras haber consumido sus esfuerzos una década antes, no lo sabemos.



El 3o de septiembre de ese año asiste complacido a una retrasmisión radiofónica desde Londres, con Malcolm Sargent dirigiendo la recientemente estrenada Quinta sinfonía de Ralph Vaughan-Williams, quien le había dedicado la obra sin petición previa, y que siempre reconoció la influencia del músico finlandés en su obra. La admiración entre ambos músicos era mutua: "¡cultura y rica humanidad!" - anota Sibelius en su diario -. "Estoy profundamente agradecido. Williams me da más de lo que uno puede imaginar". Ese mismo en día un viejo amigo moría en Berlín: Adolf Paul.

El compositor británico Ralph Vaughan-Williams (1872-1958)

En 1944 la URSS toma el mando de la guerra, y lanza una gran ofensiva que le permitirá volver a ocupar los territorios perdidos y a Finlandia claudicar con una humillante paz. El 19 de septiembre ambos países firman el Armisticio de Moscú, que obligaba a la nación nórdica a ceder varios de sus territorios fronterizos - más allá incluso de los ganados en 1940 -, incluyendo la mayor parte de Karelia, a los soviéticos. Karelia, mítica inspiración para los finlandeses que había logrado la independencia de Rusia apenas un tercio de siglo antes, se perdería definitivamente. La ancestral Viipuri se convertirá a partir de entonces, hasta la actualidad, en Vyborg.

[Nota: las Guerras de Invierno y de Continuación pueden dar para un extenso post en esta bitácora, pero de momento lo dejaremos para otra ocasión. Sin embargo, al ser un tema relacionado con la II Guerra Mundial, podemos remitir al lector a la ingente cantidad de bibliografía específica, además de a documentales o páginas web, especialmente sobre la Guerra de Invierno, que pueden buscar si desean saber más.]

No sabemos exactamente en qué momento exacto sucedió, pero todo apunta a que fue entre 1944  y mediados de 1945 cuando aquella obra magna, en la que había trabajado casi dos décadas, agotando su dimensión de creador, se consumió en el fuego de su hogar:  "en los 40 hubo un gran «auto de fe» en Ainola" - contaría Aino a Erik Tawaststjerna, amigo y el gran biógrafo del compositor-.  "Mi marido recogió cierto número de manuscritos en una cesta de ropa y los quemó en el fuego del comedor. Partes de la Suite Karelia [la música incidental JS.115, no la Suite propiamente dicha] fueron destruidas - más tarde vi el resto de las páginas que había arrancado - y muchas otras cosas. No tuve fuerzas para estar presente y dejé la habitación. Por lo tanto no sé lo que él arrojó al fuego. Pero después mi marido estaba más calmado y gradualmente más despreocupado en su ánimo. Fue una ocasión feliz." 

Chimenea del comedor en Ainola

Con aquella hoguera purificadora cesó el dolor interno que le impedía dejar un legado que consideraba indigno del reconocimiento que ya gozaba. Un celo, lo más posible que excesivo, y en aquel fuego ardió ignotamente al menos una de sus obras maestras. Pero eso, probablemente, nunca lo llegaremos a saber.

Quizá con la consolación del fuego se estaba preparando para el momento de partir de este mundo. Sin embargo, aún faltarían muchos años para aquello. Aún tenía mucho por decir.
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