viernes, 20 de septiembre de 2013

Biografía (35): bajo la esperanza más oscura que la noche (1917)


Tal día como hoy, Jean Sibelius dejó este mundo en la tranquilidad de su hogar de Ainola. Recordamos la fecha con un nuevo capítulo de su biografía.
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Capítulo anterior (34): la revisión de la Quinta Sinfonía y "Jedermann" (1916)
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El año de 1917, cuando la historia de Finlandia va a dar su salto más grande en medio de un torbellino de tensiones y temores, supone un año de fuerte introspección y desolación para nuestro músico, en gran parte precisamente ante la perspectiva de los traumáticos acontecimientos de su país. Sibelius, pesimista por naturaleza, va a vivir el clima de ruptura con Rusia, la revolución, la independencia y el temor de la guerra civil con un atroz miedo al abismo que lo lleva en muchos momentos a la depresión, agudizada por los problemas personales y domésticos que trajeron consigo las privaciones del momento. No obstante, si entre todo el pesimismo surgirá en Finlandia el germen de la libertad, en el propio Sibelius habrá fuerzas para continuar componiendo grandes trabajos, algunos de ellos entre las partituras más apreciadas del autor.

El mismo 1 de enero Sibelius consultará la versión revisada de su Quinta Sinfonía, antes de enviarla a Armas Järnefelt, quien deseaba tocarla en Estocolmo. Pero al contemplarla, siente de nuevo que no está concluida, y debe revisarla de nuevo para que pudiera ser todo aquello que realmente pretendía decir con esta sinfonía. "Quizás el sol brillará un día sobre mí". La obra, en esa segunda revisión, no volverá a ser interpretada nunca.

No se pone automáticamente a la tarea. Por de pronto debe ocuparse en un nuevo ciclo de canciones para Ida Ekman, sobre el tema común de "las flores", y una orquestación, también para la soprano, de su conocida "Demanten på marssnö" ("El diamante en la nieve de marzo") opus 36 nº6.

Durante ese año, nuestro compositor tuvo varios desencuentros con personas cercanas, tanto con colegas como con su propia mujer, sintiéndose especialmente solitario. ¿Fueron la causa de su estado de ánimo? Más bien podría ser lo contrario: su cercanía a la depresión le hizo estar especialmente sensible al más mínimo malentendido. Uno de estos desencuentros se produjo con Kajanus, y se desconoce la causa precisa, aunque posiblemente se deba a alguna discrepancia sobre sus últimas interpretaciones de las obras de compositor de Järvenpää. El director acudió a Ainola: "sin duda querrá aprovecharse de mi popularidad... ¿en mi propio detrimento?". Kajanus le comunicó sus planes para realizar una gira entre los países aliados con su orquesta y con repertorio exclusivamente finlandés, sin duda con un afán político. La idea no sedujo a nuestro autor, que pensó, casi paranoicamente, que el propósito de Kajanus era más bien autopropagandístico. Días más tarde, sin embargo, manifiesta en su diario remordimientos por haber tenido estas ideas.

Sobre las tensiones entre él y Aino, también desconocemos la causa exacta. Puede que la situación general, y la vuelta de Jean a la ingesta de bebidas, provocaran más de un roce. Incluso en su diario, en el que da cuenta continuamente de su sentimiento de culpa por estos desencuentros, llega a mencionar la idea de una separación, aunque reconoce que ni él ni su mujer tendrían el coraje para ello. El hecho de que a principios de febrero Aino marcha a Petrogrado (el nuevo nombre de San Petersburgo) a ver a su hija Eva, que vivía en el centro de la ciudad rusa con Arvi Paloheimo. El músico se deja vencer una vez más por las tentaciones de Helsinki. El 7 de febrero anota: "en la ciudad anteayer y ayer. Emborrachándome, con la depresión que sigue. Una situación terrible. Especialmente cuando, por mi gusto por la bebida, me hago daño a mí mismo tanto a mis propios ojos como a los de otros. En casa algo de bebida ilícita para calmar mis nervios".
 

Aino Sibelius. Retrato de su hermano Eero Järnfelt (1906)

Su mente sin embargo estaba embriagada también de música. Siguiendo una idea previa, en aquellos días tan negros precisamente comienza a escribir la primera de las piezas de su serie de Humoresques para violín y orquesta, que llevaría el número de catálogo opus 87 nº1. Aunque separadas en dos números de opus (87 y el 89) la serie - inicialmente prevista en cinco Humoresques - puede entenderse bien como una brillante suite de seis números para orquesta (normalmente reducida, alguna de ellas sólo con cuerda) con un violín solista, perfectamente integrado en el tejido del conjunto, sin virtuosismos excesivos (lo que sin duda las ha sumergido en cierto olvido entre los solistas, a pesar de que como composiciones son excelentes). Su carácter es sencillo, aforístico e incluso enigmático, como trazos geniales de inspiración sobre historias no del todo contadas. Hay algo del "periodo oscuro" del autor en ellas, pero sobre todo su espíritu trascendental pertenece sobre todo al anhelo clásico de la nueva época, incluyendo su destacado y abstracto sentido modal en muchas de sus elegantes y originales melodías.

Junto con piezas más elevadas, este año fue fecundo en el terreno de las miniaturas. Por de pronto en febrero llegó el Esbozo opus 76 nº1 para piano, como el Religioso opus 78 nº3 para violín (o cello) y piano. En este último caso la inspiración fue más elevada que la que podemos encontrar en el resto de sus compañeras, y el genio nórdico jugó con la idea de incluirla como tercera de las Melodías serias opus 77. La bella y grave oración fue dedicada a su hermano Christian, y el que la pieza se adapte tan bien a su opción cellística (instrumento del menor de los Sibelius-Borg) puede tener mucho que ver. 

Christian Sibelius (1869-1922), fotografía c.1915-20

La revolución estallaba en Petrogrado mientras Aino estaba allí, recibiendo la noticia de que Eva le daría pronto una tercera nieta. "Grandes cosas han pasado en Rusia" - escribe el 15 de febrero. "¿Podremos moldear aquí nuestro propio destino? Esa es la gran cuestión. Un gran peso pende sobre Finlandia". Los hechos se celebraron en Helsinki, especialmente cuando la autonomía fue devuelta. 

Sibelius reacciona a estos acontecimientos con escepticismo. Su hija Katarina, que presencia los cambios desde la capital, escribe a su padre temiendo que la situación empeore. El propio músico contará a Karl Ekman años más tarde: "la revolución rusa se hizo sentir incluso en nuestra pacífica Järvenpää. Desde el comienzo de la guerra el distrito había acogido una gran fuerza militar. Entonces los hombres empezaron a saldar sus cuentas con los oficiales. El asesinato de oficiales fue una suceso diario aquí, como en Helsingfors [Helsinki en sueco] y otros grandes centros militares. Los tiros se escuchaban a lo largo del día. La creciente arrogancia y salvajismo de la clase trabajadora nos hizo verlo mal también para nosotros. Motines de trabajadores, disturbios y huelgas durante el verano, de las cuales incluso el distrito de Järvenpää no se libró, nos dieron un anticipo de lo que nos esperaba. Un tiempo horrible".

Fuera de Finlandia, su prestigio crecía. Le llegaron por estas fechas la noticia de que la Academia de Santa Cecilia de Roma le concedía la membresía honoraria. Sin duda el labor que en Italia había realizado Arturo Toscanini tuvo mucho que ver. Gratos recuerdos le vienen del Mediterráneo: "el mismo nombre de Roma siempre ha ejercido una fascinación extramente poderosa sobre mí".

Pocas anotaciones habrá en el diario sobre los hechos políticos, que sin embargo parece seguir puntualmente. Sus anotaciones se centran sobre todo en sus sentimientos y en su trabajo, reflejando por entonces la composición de dos partituras más para violín y piano, el Idilio de danza opus 79 nº5 y el Vals opus 81 nº3, miniaturas más propias de un mundo sin preocupaciones que de la Finlandia de 1917.

Al comienzo de abril escribe el Affetuoso opus 76 nº7 para piano, mientras que a finales de mes le llega el turno a un coro masculino, "Till havs" ("Al mar") opus 84 nº5, escrito para el coro Akademen. La música tiene un carácter casi marcial, no el vano el texto habla implícitamente de una llamada a las armas. La pieza fue estrenada casi inmediatamente, la víspera del 1 de mayo. Antes, el 21 de abril, finalizaba otro coro, estaba vez encargo de los Amigos de la Escuela Elemental Sueca: "Drömmarna" ("Los sueños") JS.64, para coro mixto, cuyo texto se refiere poéticamente a cómo las esperanzas permanecen constantes a través de las edades. En gran parte estas piezas corales se deben más a compromisos que a intereses financieros, ya que le aportaban bastante menos marcos que las miniaturas y otras composiciones. Quizá por ello en general se trata de obras más sugerentes.

Mientras, estudia la "Elektra" de Richard Strauss, que no le causa una buena impresión. Estamos ante un Sibelius mucho más próximo a aspiraciones clásicas, lejos de la seducción de le había producido la música avant garde del Strauss años antes, en París. Desde Estocolmo debió recibir noticias de las ácidas críticas de Peterson-Berger sobre conciertos con su música en Suecia, que quedaron muy expuestas en los diarios de Helsinki, pero el genio nórdico no anota ninguna referencia sobre ellas.

En mayo escribe la segunda de las Humoresques para violín y orquesta, seguida de una pieza para violín y piano, Rondino opus 81 nº2. El 17 de ese mes, el músico recoge en su diario que la situación de la capital, con soldados rusos rebelados y algunos de sus oficiales asesinados por trabajadores finlandeses, es una "completa anarquía". Hay problemas de suministro de alimentos, por eso agradecerá enormemente el regalo de un admirador de Pori, el cantante amateur Torkel Nordman, que le enviará un estuche de un violín... No contenía ningún instrumento, sino una pierna de cordero. Sibelius le corresponderá con música, y le enviará por "le délicieux violon" ("el delicioso violín") una nueva canción para coro de hombres, "Fridolins dårskap" ("La locura de Fridolin") JS.84, de melodías melifluas y humorísticas, que goza de una gran popularidad entre los coros finlandeses.

La celebración el 10 de junio de las bodas de plata de Jean y Aino Sibelius supusieron un alivio de las penurias de aquel periodo. Los hermanos de compositor acudieron a Ainola para el evento, así con dos de sus recién nacidos nietos, Martti, el segundo hijo de Eva, y Erkki, el hijo de Ruth. A pesar de los momentos de felicidad familiar, la situación de pareja era tensa, aun tanto como la situación política, como el propio músico pudo comprobar en una visita a la capital ese mismo mes.

El 16 de junio acabó finalmente las Seis canciones opus 88, sobre textos del poeta Frans Franzén, conocidas normalmente como "Las flores", por ser ese el motivo fundamental de sus versos. Destinadas a Ida Ekman como decíamos anteriormente, al igual que las canciones del opus 86 escritas el año anterior, son sencillas, sin grandes dificultades vocales, modestas en la expresión pero al tiempo delicadas y evocadoras. Por sus cualidades y por su poca dificultad son piezas bastante interpretadas en las salas de concierto finlandesas. 

El verano no vio completarse ninguna obra, y no es hasta mediados de septiembre cuando vemos una partitura nueva, una pieza breve para piano que será publicada en la revista "Lucifer", el Mandolinato JS.123. Pocos días después pone doble barra final a dos nuevas Humoresques, las opus 87 nos. 3 y 4

Hubo una pieza que intencionalmente no registró en su diario - hasta un tiempo después -, teñida de cierto halo de secretismo: se trata de la "Marcha para el batallón Jäger finlandés" opus 91b. En agosto, mientras el cuerpo de voluntarios finlandeses en la Gran Guerra se encontraba asentado en Letonia, ante la necesidad de elevar la moral del regimiento, se convocó un concurso para escribir la canción del regimiento, en finés. El ganador fue Heikki Nurmio, y su texto fue en seguida enviado confidencialmente a Jean Sibelius, que compondría la música. El movimiento entró en contacto a través de su otorrino, Wilhelm Zilliacus, con el que se reunió en la capital: "nuestros chicos ahí abajo están bajos de ánimo y en gran necesidad de recibir estímulos desde casa".

La partitura se escribió en su versión original para voces masculinas y piano, firmada únicamente con una cifra - que no es sino la fecha de nacimiento del compositor -, permaneciendo así como una marcha anónima excepto para sus responsables directos. Fue estrenada de forma privada en Helsinki el 23 de octubre.

¿Por qué este secreto? El regimiento Jäger estaba combatiendo en la guerra de forma ilegal, y para Sibelius, cuyas simpatías iniciales hacia el movimiento eran evidentes - como para otros tantos finlandeses -, el apoyo directo podía suponerle un problema incómodo en unos tiempos revueltos, y hasta cierto peligro real. Lo cierto es que la marcha no sólo cumplió su cometido, sino que fue mucho más allá, constituyendo un rápido éxito entre los sectores nacionalistas de aquella turbulenta Finlandia, y a la sazón el verdadero himno del bando "blanco". La música en sí no tiene nada especialmente remarcable, pero desde luego que es muy efectiva, guerrera e impactante, de un atractivo inmediato. Muchas copias de la partitura circularon entonces, algunas con errores, y todas ellas sin el nombre del compositor. Pasaría algún tiempo antes de que su autor saliera a la luz.

En el punto opuesto de la discreción del genio nórdico, su cuñado, Arvid Järnefelt, de credo tolstoyano, se significó considerablemente con un discurso en la Iglesia Berghäll que causó sensación. En septiembre llegó a ser encerrado en prisión, pero el caso se pospuso y pudo regresar a casa sin grandes consecuencias.

A finales de septiembre Katarina Sibelius, que tenía ya 14 años, empezó a acudir a una escuela de Helsinki, volviendo a Ainola sólo una vez por semana, lo que entristeció a nuestro autor. Una nueva visita de su hermana Linda como habitualmente le procuró una dosis de pesimismo extra. La inflación galopante y el rechazo al que se vio obligado a una oferta de dirigir en Kiev, se añadieron al bajísimo estado anímico de Sibelius. Por ello es comprensible que se viera sin fuerzas para acometer, como tenía planeado, la nueva revisión de su Quinta sinfonía, y avanzar en la concepción de lo que sería la Sexta


Moneda de 50 peniques de marco finlandés, acuñada por el gobierno de Kerensky, todavía con el escudo imperial

Sus esfuerzos fueron dirigidos entonces a las miniaturas. A finales de ese mes se escribió la Berceuse (Canción de cuna) opus 79 nº6 para violín y piano, y Margarita opus 85 nº1, una nueva pieza para piano del cuaderno conocido como "Las flores" (sin relación musical con el ciclo de canciones). Unas semanas después escribiría Aguileña opus 85 nº4, y en noviembre completaría la colección con el nº5, Campanula. Como dijimos en su momento, a pesar de lo sugerente de los títulos, su música no tiene contenido descriptivo, y no se diferencian en general de las otras miniaturas pianísticas de la época.

En octubre Ida Ekman celebró su aniversario con un concierto, al que asistió el matrimonio Sibelius. La soprano interpretó con gran complacencia para el maestro sus canciones, incluyendo el estreno de "Las flores" y algunos de sus grandes títulos del periodo romántico. Después del evento, se celebró una fiesta que duró hasta la seis de la mañana. Nuestro músico acabó exhausto: Debe haber seguramente un fin a estos cumpleaños. +6ºC. Luz de luna. En Helsinki, champán, vinos, etc. ¡Qué maravilloso país!".

En noviembre también se decidiría a completar otra colección, en este caso las Canciones opus 86 del año anterior con un sexto número: "I systrar, I bröder, I älskande par" ("Vosotras hermanas, vosotros hermanas, vosotros amantes"), una pieza esencialista, con un acompañamiento hipnótico, que la hace destacar bastante sobre las otras canciones y las composiciones de esos días.

Mientras, tras la revolución bolchevique, la tensión se dispara al máximo en Finlandia. Nuestro músico contempla con preocupación el posicionamiento de la izquierda, cuyos objetivos y métodos están en las antípodas de su sensibilidad: "terribles avances de los socialistas, cuyo progreso está exprimiéndonos a los patriotas. ¿Qué puede hacerse?". Pero él parece más concentrado en sus penas interiores, que van en paralelo pero sin contacto con las del país: "hay momentos en la vida en que todo se vuelve más negro que el negro... más oscuro que la noche. Se dice que el tiempo cura las heridas. ¿Pero qué ocurre con aquellas que no pueden ser curadas? Por otra parte la vida es tan corta. ¿Es realmente imposible resistir? Cierto, pero es una lucha... Mi amada Aino, a quien amo más de lo que las palabras pueden expresar y quien soporta la lucha conmigo: cuánta pena me da ella desde las profundidades de mi corazón. Obtiene tan poca alegría de mí. Y tanta profunda miseria... Soy terriblemente complicado... Extraño que yo mismo deba ser siempre la fuente de todo mi sufrimiento". 

El 6 de diciembre el Finlandia proclama finalmente su independencia. El sueño largamente acariciado por la mayor parte de los finlandeses (aunque muy pocos lo creyeron realmente posible). Jean Sibelius, que a través de sus obras había luchado tanto por ese sueño, permanece ajeno en su diario a estos hechos, más preocupado por sus voces íntimas y las trivialidades diarias. Ese día, que con los años se convertirá en la fiesta nacional, anota una visita de Aino a Helsinki, una interpretación de Kajanus de la Tercera sinfonía - muy alabada en la crítica que hará Madetoja -, comentarios sobre sus editores... Tan sólo un par de semanas después, el día 18, hace referencia a los terremotos políticos y sociales que sacudían el país de los mil lagos: "anarquía en incremento. Mi infeliz país". Y junto a esa negativa - y realista al tiempo - percepción, también plasma el día a día: "Aino va a la ciudad a comprar regalos de Navidad".

Pero sin duda el centro de su vida es y será la música, y en esa misma entrada escribe: "tengo las Sinfonías VI y VII «en mi cabeza». Y la revisión de la Sinf. V." Se trata de planes generales más que de un trabajo en las partituras, pero llama la atención que éstos existan tanto tiempo antes (la versión final de la Quinta tendrá que esperar hasta 1919, ¡y la Sexta y la Séptima sinfonías no se completarán hasta 1924!).

Antes se ocupará de un grupo de canciones, que llevará el último número de opus que dedicará al género, el opus 90, y aunque le añadirá aún unas cuantas partituras más, serán las últimas grandes canciones de nuestro compositor. Todas cantan textos de Runeberg, si bien, como habitualmente, no son un ciclo propiamente dicho, aunque funcionan muy bien si se interpretan como tal. No fueron escritas en el orden publicado. La primera en componerse (opus 90 nº3) data del 4 de diciembre, "Morgonen" ("La mañana"), con un uniforme acompañamiento de arpegios. Luego escribió la quinta, "Sommernatten" ("Noche de verano"), con expresivos giros dramáticos. Al tiempo dio nacimiento a la más elevada del cuaderno, la primera en el orden de publicación, "Norden" ("El norte"). Con justicia la más cantada de todas, un canto rapsódico sobre un acompañamiento en obstinato, disonante, llena de una visión panteística y melancólica del mundo nórdico, de una belleza oscura y fascinación. 

A continuación fue escrita "Hennes budskap" ("Su mensaje"), la número 2, bajo la fórmula favorita del compositor (inspirada en el folclore) de variaciones sobre una única frase musical. Antes del día de Navidad escribe "Fågelfängarn" ("El cazador de pájaros"), la cuarta, una pieza ligera. La última canción (tanto en componerse como en el orden de publicación) fue redactada entre Navidad y el final de año, "Vem styrde hit din väg?" ("¿Quién te trajo aquí?"), con un lento compás ternario, de carácter exaltado.

El año fue sin duda frustrante para el compositor. Musicalmente sólo dio como resultado piezas pequeñas y miniaturas, viéndose obligado a aparcar por el momento sus grandes planes sinfónicos - nada menos que sus últimas tres sinfonías -. En todo el año apenas pudo oír música orquestal, aparte de unos ensayos de Kajanus. Los problemas de Finlandia fueron simultáneos a sus problemas domésticos y con sus amistades, lo que llevaron a quizá uno de los años que con peor estado de ánimo afrentó nuestro autor, ya de por sí próximo a sufrir depresiones. "Puesto que estoy convencido de que ésta es nuestra única vida y que nada hay después, debo ponderar las consecuencias... y esto me presenta una imagen terrible. El fin de 1917. ¿Puede ser algo más trágico? Debe haber algo bueno en mí, para permitirme vencer mi miseria. ¡Oh, Dios!".

Jean Sibelius se sumergía en la más negra soledad, mientras su país empezaba a navegar en solitario por los ríos del tiempo. Ríos que pronto teñirían de sangre la nieve y los lagos de Finlandia.

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